La caída del imperio de los Incas, se debió a la división que hubo entre los medio hermanos Huáscar y Atahualpa; provocando una sangrienta guerra civil. Esto se debió a que Atahualpa había nacido en Quito, según los cronistas que acompañaron a Pizarro y para los cronistas que vinieron posteriormente entre ellos Cieza de León; era hijo de la ñusta quiteña Paccha y del gran Huayna Capac, nacido en el Cuzco y desde muy corta edad fue llevado a Tumibamba (Zona de ecuador), lo que explica el apoyo que recibía de los norteños. Sin embargo han surgido nuevas hipótesis como el que a continuación vamos a dar a conoce. El domingo 05 de Octubre del año 1997, el Diario Capitalino de El Comercio de Lima; Público este artículo que a continuación trascribimos para que usted estimado lector saque sus propias conclusiones: Madrid (Para El Comercio, corresponsal: Yolanda Vaccaro Alexander). La edición de la obra "Suma y narración de los Incas",de Juan de Betanzos y las obras de Pedro Cieza de león, demuestran que el Inca Atahualpa nació en el Cusco y no en Quito, como hace poco se creía. Así lo destaca la Historiadora María del Carmen Martín Rubio, que en julio pasado descubrió, junto a Santiago del Valle y otros expedicionarios, ciudadelas de los últimos Incas, en su afán de llegar hasta Vilcabamba. La búsqueda de Vilcabamba, el último bastión incaico, continuará en julio de 1998. Martín Rubio descubrió, en Palma de Mallorca, los escritos de Betanzos. La confusión sobre el lugar de nacimiento de Atahualpa ha sido fomenteda por testimonios como el Inca Garcilaso, que en sus Comentarios Reales afirma que el Inca era "hijo de la Reina de Quito; en Quito nunca hubo reina", señala la historiadora, en entrevista con El Comercio. Gracilazo escribió gran parte de su obra en España y una de sus fuentes fueron los escritos de Lope de Omara, quien nunca estuvo en América, a diferencia de Cieza de León y de Juan de Betanzos. Como recalca Martín Rubio, Huayna Cápac(Padre de Atahualpa) no fue a Quito sino hasta aproximadamente 1510 o 1520, no antes. En tal fecha, Atahualpa tendría unos 13 años de edad, habiendo nacido antes de que Huayna Cápac fuera a Quito. Según los Cronistas, entre 1510 y 1520, cuando Huayna Cápac llega a Quito, fue acompañado de su adolescente hijo; Atahualpa muere que 1533, cuando es apresado por los españoles, quienes le calculan unos 30 años. Por tanto, Atahualpa nació en Cusco alrededor de 1503 o 1507, antes que Huayna Cápac, su padre, conociera Quito. Sarmiento de Gamboa "no dice que Atahualpa nació en Cusco pero sí que nació de una madre cusqueña y que Huayna Cápac se llevó a un Atahualpa muy
joven, de sólo 13 años, para probar qué tal guerrero era en Quito", señala Martín Rubio. Ello explica porqué, en principio, la batalla en Yaguarcoche fue perdida por las tropas incaicas; pero, luego, Huayna Cápac remontó la lucha y venció, tras quitar a su hijo el mando y colocarse él al frente de sus hombres. El padre se enfadó de tal manera con el hijo que éste se afanó tanto en las artes bélicas que no volvió a perder una batalla. Betanzos es más explícito al apuntar que Atahualpa "era hijo de una señora que pertenecía al linaje de Pachacútec, prima de huayna Cápac, llamada Payacoca, familia del sector "hanan" del Cusco". La madre de Huáscar pertenecía a Lurín. En conclusión, Atahualpa nació en Cusco, según la crónica de Betanzos, editada en España (Pág. 191-230). Algunos cronistas dicen que nació en "un palacio muy grande"; en realidad, siguiendo a Betanzos, en un "palacio muy grande" no nació sino que allí se casó con Cusirimay Ocllo, quien luego se convertiría en esposa de Betanzos, tal como ha desentreñado la historiadora Martín Rubio de los archivos de Perú. Betanzos vivió en Perú entre 1540 y 1576; y qué mejor fuente que de la ex esposa del propio Atahualpa para dar la versión de los hechos. Antes de casarse con Betanzos, Cusirimay tuvo dos hijos con Francisco Pizarro. Tras su boda con Betanzos, Cusirimay fue bautizada con el nombre de Angelina Yupanqui.
La viruela traída por los españoles provocó la muerte repentina de Huayna Capac, dejando en herencia el Imperio a su hijo Ninan Cuyuchi, pero éste también murió de viruela. Entonces designaron los Orejones a Huáscar, que se encontraba en el Cuzco y Atahualpa en Quito, desencadenándose una terrible lucha por el poder, pues Atahualpa también reclamaba el trono; esto debilitó al Imperio de los Incas.
En 1532, los españoles llegaron a Cajamarca, inmediatamente Pizarro envió a Hernando de Soto, con algunos de a caballo a entrevistarse con el Inca; Atahualpa se encontraba en los baños de Cajamarca, convaleciéndose de la lucha que había sostenido con Huáscar y era su tercer día de ayuno según Huaman Poma de Ayala.
Cuando Hernando de Soto y sus jinetes pararon frente a un palacio y demandaron que saliera el Inca, pero Atahualpa no apareció, Cuando Hernando Pizarro gritó para que saliera, los indios colgaron una cortina en la puerta y detrás de ella se sentó Atahualpa, tenía dos mujeres a su lado y muchos orejones, los demás guerreros indios, todos quiteños, permanecían a la distancia.
Hernando de Soto habló, el Inca lo escuchó, con la mirada fija en el suelo, sin ni siquiera mirarlo, con la cabeza inclinada, Atahualpa dejó que Hernando de Soto terminara su discurso. Después de su largo silencio, el soberano se digno hablar y dijo que aceptaba la invitación de Pizarro, que al día siguiente iría a la plaza de Cajamarca y que le tuviesen reunido todo lo que los españoles habían robado en el camino, pues él estaba enterado de las barbaries y robos de los invasores. Luego él invitó a los dos capitanes sendos vasos de licor fermentado de maíz (chicha de jora).
Antonio de Jerez escribió:
Don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro y fray Uisente de la horden del señor San Francisco, cómo Ataguálpa Ynga desde los baños se fue a la ciudad y corte de Caxamarca.
Y llegado con su magestad y sercado de sus capitanes con mucho más gente doblado de cien mil yndios en la ciudad de Caxamarca, en la plasa pública en el medio en su trono y aciento, gradas que tiene, se llama usno, se asentó Ataguálpa Ynga.
Y luego comensó don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro a dezille, con la lengua Felipe yndio Guanca Bilca, le dixo que era mensage y enbajador de un gran señor y que fuese su amigo que sólo a eso benía. Respondió muy atentamente lo que dezía don Francisco Pizarro y lo dize la lengua Felipe yndio. Responde el Ynga con una magestad y dixo que será la uerdad que tan lexo tierra uenían por mensage que lo creyýa que será gran señor, pero no tenía que hazer amistad, que tanbién que era él gran señor en su rreyno.
Después desta rrespuesta entra con la suya fray Uiciente, lleuando en la mano derecha una crus y en la esquierda el bribario. Y le dize al dicho Atagualpa Ynga que tanbién es enbajador y mensage de otro señor, muy grande, amigo de Dios, y que fuese su amigo y que adorase la crus y creýse el euangelio de Dios y que no adorase en nada, que todo lo demás era cosa de burla. Responde Atagualpa Ynga y dize que no tiene que adorar a nadie cino al sol, que nunca muere ni sus guacas y dioses, tanbién tienen en su ley, aquello guardaua.
Y preguntó el dicho Ynga a fray Uisente quién se lo auía dicho. Responde fray Uisente que le auía dicho euangelio, el libro. Y dixo Atagualpa: “Dámelo a mí el libro para que me lo diga.” Y ancí se la dio y lo tomó en las manos, comensó a oxear las ojas del dicho libro. Y dize el dicho Ynga: “¿Qué, cómo no me lo dize? ¡Ni me habla a mí el dicho libro!” Hablando con grande magestad, asentado en su trono, y lo echó el dicho libro de las manos el dicho Ynga Ataguálpa.
Cómo fray Uisente dio boses y dixo: “¡Aquí, caualleros, con estos yndios gentiles son contra nuestra fe!” Y don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro de la suya dieron boses y dixo: “¡Salgan, caualleros, contra estos ynfieles que son contra nuestra cristiandad y de nuestro enperador y rrey demos
El sábado 16 de Noviembre de 1532, Atahualpa cayó en manos de los españoles, quienes utilizando una estrategia militar al mandó de Pizarro y del griego Pedro de Candia en menos de dos horas masacraron más de 6000 indígenas, los que temieron a las nuevas armas y a los caballos. Atahualpa, prisionero y encadenado fue reducido a un cuarto de la Jatuncancha, enclavada sobre un zigurat con cinco plataformas y que perteneció al Régulo Caxamarquino Chuqui - Chancay, hoy se conoce como cuarto de rescate.
Viendo el Inca con inteligencia, la voracidad de los de los españoles por el oro y la plata, ofreció a Pizarro llenar un cuarto hasta donde llegara la altura de su mano de oro y otros dos de plata, con tal ganar su libertad. El espacio a llenarse de oro y plata era de 22 pies de largo, por 17 de ancho y 9 de alto.
Salieron los emisarios del Inca por todo el imperio. Pero el oro llegaba demasiado lento para la avidez hispana, Pizarro envió expediciones para acelerar a los portadores que poco a poco fueron amontonando el fabuloso botín de Cajamarca, uno de los más grandes tesoros de la humanidad. Según el archivo de indias; toda la ciudad de Sevilla (España) presenció la descarga del Tesoro de los incas, correspondiente al Quinto del Rey, se destaca lo siguiente: 36 tinajas de oro, de un peso de 25 a 60 libras; 2 fuentes de oro que pesaron 17 libras; un ídolo de hombre de 11 libras: 12 figuras de mujeres pequeñas y grandes, un hombre enano, una corona y 3 carneros, todo de oro puro.
Más la mayoría de las valiosas piezas fueron fundidas en Cajamarca para el reparto del botín, incluyendo 600 planchas de oro de 3 a 4 palmos de largo que pesaban 130 quintales, procedentes del templo del Sol. Con semejantes tesoros, España entró en una etapa de lujo y progreso, los hombres de aquella cabalgata sudorosa y jadeante pasaron de ser miserables y pobres, a caballeros de honor y de inmensa fortuna.
Cuando llegaron Almagro y los suyos a Cajamarca, no tenían derecho en el reparto, así hubo que apresurar este reparto; porque Almagro y sus soldados con otros cuervos adiestrados y ansiosos por el reparto exigían se terminase de una vez la comedia del rescate para que el oro fuera de todos, para interrumpir la trágica espera no había solución más llana y segura, según los almagristas, que la muerte del Inca, muerto el inca, el oro ya no sería únicamente de sus captores sino de todos.
Solo Hernando Pizarro y Hernando de Soto, comprendieron la grandeza del monarca que moría de soledad y melancolía en su obscura y pétrea prisión, en cambio el traidor felipillo, hacia lo imposible por convencer a los españoles que Atahualpa planeaba desde su prisión una gran matanza de sus captores, los almagristas hicieron eco de ello; Pizarro se opuso hasta el último momento, pero el miedo que se había apoderado de sus tropas y la noticia de la ejecución de Huáscar que para nuestro entender fue ejecutado por orden de los españoles para poder lograr sus viles propósitos; determinando el proceso de Atahualpa, serían ellos los dueños del imperio.
Conducido con cadenas de su celda a la plaza, lo condenaron a morir a la edad de 30 años, en la noche de un sábado 29 de agosto de 1533. Le mostraron las llamas, entonces el monarca aceptó bautizarse y le conmutaron la pena por la del garrote, el fraile Valverde, el mismo que desencadenó la matanza de Cajamarca, el día de su captura, lo bautizó con el nombre de Francisco y él mismo ordenó la pena máxima. Su cuerpo fue dejado en la plaza con gran custodia, hasta el día siguiente, en que lo enterraron con solemnes ritos. El cronista Antonio de Jerez refiere: “Al tiempo que lo llevaban a enterrar, hubo gran llanto de mujeres y criados de su casa. Murió en sábado, a la hora que fue preso y desbaratado. Muchas indias quisieron matarse y se les echo de las iglesias que los católicos habían levantado, otras anduvieron muchos días recorriendo los rincones de las casas haciendo como que buscaban al Inca tocando tamborcillos. Al no hallarlo prorrumpían en amarguisimo llanto. Y los indios dijeron que la memoria de Atahualpa vivía en el canto de los gallos, que repetían su nombre en los crepúsculos. Y en el llanto de los indias”.
La presencia de los españoles, no solo representó un cambio en la historia de América, sino una agudización de la situación. Durante el siglo XVI, después del triunfo de Pizarro, Cajamarca quedó en ruinas, en manos del general Rumiñahui, quien por vengar la muerte de Atahualpa arrasó todo el pueblo constituido mayormente por españoles.
Cajamarca ha constituido durante la conquista, encomiendas, cacicazgos y corregimientos, dependientes del Obispado de Trujillo, figurando ya en 1717 con quince distritos o curatos. El primer encomendero español fue Melchor Verdugo, cuyo apellido expresó vivamente su política sanguinaria y cruel como el resto de criminales y asesinos que se ha dado a través de la historia. En su afán por hambre al oro, hizo quemar a varios caciques e indios principales y otros que son la gran masa del pueblo, cayeron fulminados bajo el látigo, el hambre, las enfermedades y los asesinatos ocultos; pues los indios eran considerados por los cristianos como seres inferiores, siendo uno de ellos Melchor Verdugo.
Se obligo a todos a pagar impuestos (TRIBUTOS), para mantener a los invasores, largas fueron las fatigas y penas que atravesaron los Cajamarquinos, encerrados en grandes galpones llenos de telares, los campesinos desde los 10 años de edad, eran obligados a trabajar fabricando telas que eran enviadas a España. Normalmente estaban sentados en el suelo, sobre un tronco y sujetos a cadenas, verdaderas cárceles, peor que las minas.
A mediados del siglo XVII, se descubrieron las minas de Hualgayoc (1772), los agricultores Cajamarquinos, deslumbrados por la posibilidad de enriquecerse, abandonaron sus estancias y los hacendados sus obrajes, haciendas y ganados, volcándose a Hualgayoc que, pese a su clima y duras condiciones de vida, se convirtió en una desordenada y desenfrenada concentración humana; mineros, azogueros, comerciantes y aventureros de toda calaña se trasladaron allí desde todas partes del virreinato y hasta de la península Ibérica, con el objeto de lograr un pronto enriquecimiento.
En Hualgayoc se hicieron y se perdieron las grandes fortunas Cajamarquinas, se acrecentó la población española y Cajamarca sé amestizo considerablemente. Con la explotación de las minas, la situación de los indígenas fue deprimida y miserable; la historia de Cajamarca es también la historia de la misma y explotación al igual que toda América que fue sometida a los hacendados, a los obrajes y a la minería; actualmente venimos arrastrando cadenas impuestas por el actual sistema de vida desigual; ahora los impuestos, el encarecimiento, de las necesidades básicas, han reemplazado a lo mencionado anteriormente, es decir que seguimos siendo esclavos del dinero, la religión y el poder.